Wednesday, August 07, 2013

Escandalosamente napoletana

“Vedere Napoli e dopo morire” reza un viejo dicho de los inmigrantes que llegaron a América con la ilusión de volver a esa tierra caliente y me acordé de ello cuando un vendedor de pan en el Mercado di Porta Nolana me dijo “figli di Napole sono in Argentina”. La realidad es que la verdadera Italia está en Nápoles a solo dos horas en auto hacia el sur del aeropuerto internacional Fiumiccino de Roma, donde la sangre tana se muestra en su máxima espontaneidad. También se puede llegar en tren en solo 45 minutos, o vía aérea al aeropuerto Capidiccino que solo tiene conexión con las ciudades europeas. Pese a que conocer Nápoles en auto o motocicleta es una experiencia vertiginosa, es recomendable para aquellos que aprecian la aventura, pero hay que armarse de paciencia porque sus calles pueden ser muy estrechas y las reglamentación vial demasiado obsoleta. La ciudad de Nápoles es la capital de la provincia homónima y forma parte de la región de Campania en el sur de Italia. Esta hermosa ciudad está flanqueada por el volcán o monte Vesubio y los Campos Flégreos, otra formación volcánica, y se encuentra al norte del Golfo di Napoli junto a la ciudad de Pozzuoli. Al este del golfo encontramos la increíble "Pompeya" y el famoso Vesubio, al sur la magnífica Sorrento y la península sorrentina separa el Golfo de Nápoles del Golfo de Salerno, todo sobre el legendario mar Tirreno, que forma parte del mar Mediterráneo. La contradicción rige en un lugar donde la anarquía asedia suntuosos palacios y museos, en una población pobre empujada a actividades camorreras que se mezcla con los valores castos de la iglesia y la familia. Estruendosa, incesante y caótica con un aire fresco, lleno de energía, desestructurado y altamente sonoro. La ciudad con 3 millones de habitantes se podría considerar la menos comprendida de Italia, siempre política y socialmente incorrecta pero tan bella y única, con un estimulante revoltijo de iglesias barrocas en proceso de derrumbe, mozos que cantan a pleno pulmón y una vida callejera que emociona a los visitantes. Fundada por los griegos con el nombre de Neapólis y frecuentada por los romanos como zona balnearia, paso tiempos convulsionados en manos de franceses, sicilianos, moros y españoles, que dejaron sus huellas en construcciones que aun puede descubrirse como es el Castel dell ´Ovo sobre el paseo marítimo que se emplaza sobre el Borgo Marinaro. El castillo más antiguo de Nápoles fue construido por los normandos en el siglo XII y se convirtió en una fortaleza clave de defensa de Campania. Según la leyenda, debe su nombre a Virgilio quien enterró un huevo en el lugar advirtiendo que cuando se rompiera el huevo, caería la fortaleza. Actualmente su interior cuenta con salones de té y gastronomía de alto nivel con lámparas de araña y mucho brillo donde se pueden beber un intenso expreso o disfrutar de una romántica cena junto al mar. Muchos viajeros efectúan su primera parada en el centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco donde se encuentra el Duomo, corazón espiritual de la ciudad. Como todas las ciudades de Italia, las iglesias cuentan un capítulo especial y las campanas suenan para anunciar sermones, mientras se confunden con niños que juegan al fútbol en plazoletas ruidosas y mujeres que vociferan mientras hacen arte tendiendo ropa en los ventanales. Por supuesto que es imperdible visitar el Mercato Di Porta Nolana, que comienza en las antiguas puertas medievales de ciudad, donde pescaderos y verduleros pregonan su género a gritos mientras conviven con panaderías, que se entremezclan con todo tipo de comerciante – legales y no tantos- y con puesto de comida callejera donde la pizza napoletana o la margherita son obligaciones de turista. Dejarse llevar, probar sus sabores, hablar con los napoletanos, escucharlos regatear en el mercado y apreciar el modo de vida que llevan, sus hábitos y costumbres en esa atmósfera descontracturada es una experiencia única e imperdible. Pero nunca debe quitarse la atención porque así de alegre, colorida y ruidosa también es una ciudad para cuidarse de los robos y hurtadillas. También se puede conocer la ciudad de manera subterránea donde los turistas descienden 40 metros debajo de la superficie para explorar una red de pasadizos y cuevas escalofriantes. Los túneles fueron excavados por los griegos para extraer la toba que se empleaba en la construcción y en la canalización del agua desde el Vesubio. Luego los romanos la ampliaron y sirvieron de refugio en la Segunda Guerra Mundial, contando con tramos que solo pueden hacerse a la luz de la vela. Alrededor de Nápoles Saliendo hacia el oeste de la ciudad de Nápoles, comienzan a quedar atrás el bullicio citadino y emerge un lugar que parece prosaico pero enciende un atractivo conmovedor de puerto olvidado donde pequeños yates hacen su descanso. Pozzuolli es el pequeño poblado donde Sofia Loren despunto su infancia y donde llegó el discípulo San Pablo. Este romántico lugar, fundado en 530 a. C., por los griegos permite encontrar ruinas romanas impresionantes y un humeante cráter volcánico, mientras esconde un mundo subterráneo para descubrir. En el camino un mirador permite visualizar la Ciudad de Nápoles y volver a enamorarse de ella. Otro sitio imperdible para tomarse el día completo es la extraña Pompeya. Un recuerdo espantoso que se mantiene intacto provocado por la erupción del volcán Vesubio, el cual estalló en el año 79 enterrando la ciudad bajo una capa de lapilli y matando a toda su población. Es el yacimiento arqueológico más sobrecogedor de Europa ya que las personas quedaron petrificadas y aun así pueden verse con las emociones en sus rostros. Es recomendable tomar una guía en control remoto para descubrir cada paso de la villa. El estadio de Nápoles Diego Maradona, en el nombre de una calle o una pizzería, en las camisetas de la selección argentina que se venden por todos lados y por supuesto en el estadio de fútbol San Paolo, situado en el barrio de Fuorigrotta. Presenciar el espectáculo del calcio napoletano es indiferente a apreciar el deporte, al género y a entenderlo o no. Se trata de una experiencia única, arrasadora y divertida. Hombres, mujeres y niños se visten de celeste y blanco con una pasión contagiosa. Es sin lugar a duda, el lugar en que más valor tiene el pasaporte argentino, ya que es sinónimo de sus héroes, pasados como Maradona y presentes como Lavessi.

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